JOSÉ ÁNGEL MARINA GIL
Nos encontramos ante uno de los oppidum iberos más importantes de la Península Ibérica. Se trata del Cerro de la Plaza de Armas de Puente Tablas, situado a 7 km de la ciudad de Jaén y a 430 m de altitud.
Este oppidum o poblado rodeado de murallas de fácil defensa que se adapta perfectamente a la pendiente inclinada del terreno se asienta sobre una zona elevada y amesetada de unas 6 ha de extensión. Presenta una cierta planificación urbanística, con una organización en planta ortogonal. Las murallas naturales más abruptas hacen que solo se reforzaran las del lado más accesible.
Tenemos delante nuestra la muralla del oppidum, cuya duración se extendió entre los siglos VII y III a.C. Los orígenes de este asentamiento se remontan a finales del siglo IX a.C. Se trata de una meseta aplanada resultado de la colmatación del espacio entre dos cerros que fueron rodeados por una potente muralla de trazado irregular con más de 300 m conservados.
Ubicado a 430 m de altitud, Puente Tablas dominaba un entorno del Alto Valle del Guadalquivir situado sobre el río Guadalballón, en el cual había un bosque mediterráneo y junto al río un bosque galería. Dada la elevada ocupación de dicho entorno entre los siglos VI y I a.C., estaba muy próximo a los oppida de Mentesa Bastetana (La Guardia), Auringis (Jaén) y Atalayuelas (Fuerte del Rey).
El oppidum actuaba como centro de poder, del que dependían las actividades políticas, militares y religiosas de la comunidad y al mismo tiempo ofrecía a la población unos servicios comunes de defensa, almacenaje, de abastecimiento de agua, etc.
Este lugar empezó a poblarse en el Bronce Final (hacia el siglo IX a.C.). En el siglo VII a.C. el pueblo ibero fundó su ciudad, que estuvo habitada hasta finales del siglo IV a.C., cuando sus habitantes se desplazan seguramente al oppidum de Auringis, en el cerro de Santa Catalina, en Jaén. Finalmente, a mediados del siglo III a.C., durante la I Guerra Púnica se vuelve a ocupar y se abandona definitivamente a finales de este siglo.
Estamos delante de la Puerta del Sol del oppidum de Puente Tablas. Activa durante los siglos V y IV a.C., es la primera puerta de esta época encontrada en Andalucía. Es una puerta monumental con dos bastiones o torres que enmarcan un corredor monumental de 14 m de largo y 4 de ancho, construido con mampostería de piedra y enmarcado entre dos muros que llegan a alcanzar los dos metros de altura.
La Puerta del Sol tiene una enorme carga simbólica. Orientada hacia el este, fue durante el siglo IV a.C. un calendario solar. Una de las piedras cúbicas que hay en el centro del corredor ocultaba los restos de sacrificios en sucesivas fases de al menos 7 cerdas preñadas con sus neonatos y 3 cabras, depositados bajo una de las dos grandes piedras en lo que debió ser un altar subterráneo.
Estamos delante de lo que en un principio se identificó como un betilo o piedra sagrada que podría representar la imagen anicónica de la divinidad. Actualmente se interpreta como una estela antropomorfa, con forma humana. Se trata de la Diosa de la Puerta del Sol, la cual muestra la imagen de una diosa con dos brazos y las manos abiertas sobre el vientre. Esta diosa de la fertilidad recibía la primera luz del sol en el amanecer de los equinoccios de otoño y primavera.
En el oppidum vivía un príncipe con su linaje, compuesto por parientes y clientes. Estos últimos reconocían a los antepasados del príncipe como propios, y este les permitía tener una vivienda en el oppidum y tierra para trabajar. A cambio entregaban un tributo y formaban parte del ejército del príncipe.
Estamos delante del Palacio del Príncipe, construido a finales del siglo V o a inicios del siglo IV a.C. Se accedía por un vestíbulo enlosado. Desde aquí por un pasillo se llegaba al patio y a las escaleras de acceso de la planta superior. El gran patio central está enlosado y conserva las basas de piedra de las columnas en su frente. Detrás de las columnas debió de estar el espacio de representación del príncipe, la sala del trono. Al sur, un espacio cubierto y con un pequeño aljibe o bañera, precedía a la sala de banquete.
El urbanismo de Puente Tablas estaba bien organizado. Conocemos dos grandes zonas, una al sur donde se ubica el palacio del príncipe y otra en el centro de la meseta, donde se concentran las casas de los parientes y clientes del príncipe. Al norte se desconoce qué tipo de ocupación existiría, aunque hay evidencias de un gran aljibe.
Estamos delante de las viviendas. Las casas tienen 6 metros de fachada y 14 de fondo. Aunque hay otras de mayor tamaño, lo que expresaría diferencias de rango social entre las familias que las habitaban. En los siglos V y IV a.C. las necesidades demográficas hicieron que la construcción de las manzanas avanzara hacia el sur separándose solamente por una calle del complejo palacial. Esta vía uniría seguramente las dos puertas del oppidum y separaría la parte aristocrática de las casas de los clientes.
Nos encontramos delante del Santuario de las Cuevas, espacio de culto levantado entre finales del siglo V a.C. e inicios del siglo IV a.C. Su origen estaría relacionado con las cuevas localizadas en la parte superior. Desde la situada más al norte brotaba el agua, que se canalizó a través de las distintas terrazas y desaguaba al exterior en una basa artificial. Las cuevas remiten al mundo subterráneo y su culto.