CASTILLO DE SANTA CATALINA, JAÉN

JOSÉ ÁNGEL MARINA GIL

Castillo de Santa Catalina, Jaén. A la izquierda, Torre de las Damas. A la derecha, Torre del Homenaje

El castillo de Santa Catalina, en Jaén, es una de las fortalezas más emblemáticas de Andalucía. Encaramado en el cerro del mismo nombre, en una estribación de la Sierra de Jabalcuz a 820 m de altitud, desde el mismo se divisa toda la ciudad de Jaén, los olivares y las montañas circundantes de la zona.

Sobre la cumbre del cerro de Santa Catalina se alzó en el siglo IX una antigua alcazaba de origen califal, el Alcázar Viejo. Siglos más tarde, tras la conquista de Jaén por el rey de Castilla Fernando III en 1246 se construyó el castillo cristiano que ha llegado hasta nuestros días, el Alcázar Nuevo o de Santa Catalina. El castillo tiene un increíble recinto amurallado defendido por 6 torres almenadas, de época musulmana, conocido como el Alcázar de Abrehuí.

Tenemos delante de nosotros la Torre del Homenaje, residencia del castillo, la cual se construyó por iniciativa del Condestable de Castilla Miguel Lucas de Iranzo en el siglo XV. De una estructura maciza y compacta, construida con mampostería, se asienta directamente sobre roca madre, lo que la convierte en una fortaleza pétrea prácticamente inexpugnable. Se advierten dos ventanas geminadas situadas por encima y por debajo de dos troneras o pequeñas aberturas y en la parte superior un matacán, que servía para divisar a un posible enemigo.

Castillo de Santa Catalina, Jaén. Torre del Homenaje

Nos encontramos delante de las murallas, con un doble arco apuntado y una torre albarrana. Coronando el recinto amurallado se extiende el adarve o camino de ronda que servía para vigilancia por parte de la guarnición militar que aquí se encontraba.

Castillo de Santa Catalina, Jaén. Torre albarrana, doble arco apuntado y adarve o camino de ronda

Ya en el interior del Alcázar Nuevo accedemos al patio de armas y ante nuestros ojos se yergue la Torre del Homenaje, que está unida por una barbacana almenada a la Torre de las Damas, que domina la entrada al castillo. En el interior de esta última torre aparece una inscripción epigráfica en árabe y una albanega y las dovelas de 2 arcos con el árbol de la vida y palmetas.

Castillo de Santa Catalina, Jaén. Torre del Homenaje y Torre de las Damas, unidas por una barbacana almenada
Castillo de Santa Catalina, Jaén. Torre de las Damas. Inscripción epigráfica en árabe, albanega y dovelas de dos arcos con el Árbol de la Vida y palmetas

Estamos en el interior de la Torre del Homenaje. Durante el siglo XV el Alcázar Nuevo se convertirá durante breves períodos de tiempo en residencia oficial del Condestable de Castilla Miguel Lucas de Iranzo y su familia, el cual residió en esta torre. Bajo su mandato se unieron el Alcázar Nuevo y el Alcázar de Abrehuí.

Castillo de Santa Catalina, Jaén. Interior de la Torre del Homenaje

Nos encontramos en el patio de armas del Alcázar Nuevo, con dos aljibes para el abastecimiento de agua. Podemos divisar dos torres albarranas de planta cuadrada, una de ellas acoge la capilla de Santa Catalina, que le da nombre al castillo, y finalmente la Torre de la Vela en el extremo este, de planta pentagonal, desde cuya azotea se emitían señales luminosas a otros puestos defensivos del entorno.

Castillo de Santa Catalina, Jaén. Alcázar Nuevo, patio de armas superior y aljibe

Durante la Guerra de la Independencia las tropas napoleónicas destruyeron parte del aljibe, con objeto de albergar en su interior un polvorín, donde surgirían dos habitaciones usadas como caballerizas. Los franceses construyeron un hospital, además de hacer reformas dentro del castillo como pabellones para el gobernador, una plataforma artillera o incluso un área de oficinas. El ejército invasor tras su retirada voló gran parte del castillo, dejando seriamente dañadas algunas partes de la fortaleza, como la Torre de las Troneras.

Estamos detrás de la Torre de la Vela, que corona el recinto amurallado bajo sus espaldas. Avanzamos hacia un lugar emblemático de Jaén, desde el cual se divisa una vista impresionante de la ciudad: la Cruz del Castillo. Por el camino nos encontramos con riscos, que sobrecogen por su imponente altura.

Castillo de Santa Catalina, Jaén. Torre de la Vela y murallas almenadas

Hemos llegado a la Cruz del Castillo, símbolo de la ciudad de Jaén. Desde aquí, el punto más elevado de la ciudad, se contempla una panorámica increíble de Jaén, con su catedral, y al fondo la seña de identidad por la que es conocida en todo el mundo: su mar de olivos.

Castillo de Santa Catalina, Jaén. Cruz del Castillo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra