JOSÉ ÁNGEL MARINA GIL
Hoy vamos a visitar uno de los lugares más fascinantes y enigmáticos que existen en la Península Ibérica. Se trata del poblado mozárabe de Bobastro, situado en la zona conocida como Mesa de Villaverde, cerca de la localidad malagueña de Ardales. Catalogado como Bien de Interés Cultural, fue declarado Monumento Nacional en 1931.
Los restos arqueológicos mejor conservados del poblado mozárabe de Bobastro corresponden a su iglesia rupestre. La historia de este lugar va asociada inevitablemente al caudillo muladí Omar ben Hafsun, el cual estableció aquí la capital de sus dominios, en el 880, al sublevarse contra el emir de Córdoba.
Omar ben Hafsun mantuvo en jaque al emir de Córdoba hasta su muerte en 917, no sin antes haber conquistado numerosas ciudades de Al-Andalus hasta llegar muy cerca de Córdoba. Finalmente, tras convertirse al cristianismo en el 899 y, por tanto, pasar de ser muladí a mozárabe perdió gran parte de los apoyos que tenía inicialmente. Su hijo, finalmente, fue derrotado por Abderramán III en el 928, acabando con este foco rebelde y llegando a proclamarse en califa en el 929.
Tras su conquista, Abderramán III hizo enviar y leer en todas las mezquitas una carta jactándose de haber acabado con Bobastro, centro de la rebelión, a la que describe como «base del politeísmo, morada de infidelidad y mentira, gloria y refugio de la cristiandad que allí se acogía y descansaba». Todo ello da fe de la importancia de este núcleo de resistencia en Al-Andalus de que se hacen eco las propias fuentes árabes.
En este lugar destaca sobre todo la iglesia mozárabe rupestre. Su construcción se debe tras la conversión de Omar ben Hafsun al cristianismo en el 899. Fue excavada en la roca, probablemente por tradición eremítica y realizada a finales del siglo IX o principios del siglo X. Es la única basílica de origen mozárabe que se conoce de Al-Andalus, a excepción de la ermita mozárabe de la localidad malagueña de Cortes de la Frontera.
Excavada en roca arenisca, es de planta basilical, con 3 naves separadas por arcos de herradura, transepto y cabecera de 3 ábsides, el central en arco de herradura y los laterales rectangulares. Perfectamente orientada al este, tiene una longitud aproximada de 16,50 m por 10,30 m de ancho. Medio excavada en la roca, el resto de la construcción fue realizada con sillares, los cuales fueron extraídos de las pequeñas canteras que había en los alrededores.
En la zona se encuentran restos de otros edificios que pertenecieron a otros habitantes que se refugiaron aquí. Antes de llegar a la iglesia rupestre mozárabe existen restos de vivienda, las cuales están construidas con sillares de piedra arenisca. La población refugiada en este enclave llegó a alcanzar más de 1500 personas en los momentos de máxima tensión frente al peligro que suponía el avance de las tropas del emir de Córdoba.
Divisamos desde este enclave histórico un paisaje impresionante como son las sierras penibéticas de Alcaparaín, en primer término, con un magnífico bosque de pinos, y la Sierra de Ortegícar, al fondo, con las montañas de color ocre recortadas sobre el cielo.
El colofón a esta visita lo constituye la fortaleza prácticamente inexpugnable, un nido de águilas asomada al abismo, que construyó Omar ben Hafsun, que como caudillo recalcitrante de este enclave resistió durante 48 años (él, desde el 880 hasta el 917, y tras su muerte, su hijo, hasta el 928), cuando finalmente cayó ante Abderramán III.