JOSÉ ÁNGEL MARINA GIL
Hoy vamos a visitar una de las fortalezas más extraordinarias de España: el castillo de La Calahorra, en la provincia de Granada. Situado sobre una colina a 1250 m de altitud, por su importancia histórico-artística excepcional, fue declarado Monumento Nacional 06-07-22 y BIC, con la tipología de Monumento 29-11-11.
La edificación fue de las pioneras en la introducción del estilo renacentista en la arquitectura civil española. Sobria mole de carácter militar al exterior, ofrece una equivocada imagen de la soberbia y distinguida decoración de su interior. Construido en un breve plazo (la decoración se completa en el periodo 1509-1512), para su ejecución se aprovecha parte de la cantería de la fortaleza árabe que se asentaba previamente en el cerro y, para su ornato, se importan de Italia materiales, técnicas y artistas.
La dirección de obras se encarga en un principio al arquitecto segoviano Lorenzo Vázquez que, por desavenencias con el marqués del Cenete, se traslada al genovés Michele Carlone. Este trabajaría primero en su taller de Génova, desde donde enviaría los mármoles de Carrara ya labrados al puerto de Almería, para posteriormente ejercer la dirección en el propio castillo para inspeccionar el montaje y el trabajo con materiales locales. El castillo-palacio pertenece actualmente a la Casa del Duque del Infantado.
La Calahorra es considerada la 1ª obra de envergadura en la que se documenta el trabajo de artistas italianos en España, si bien el diferente origen de los autores que labran sus piezas (lombardos, genoveses y carrareses), explica las diferencias estilísticas en la decoración del edificio, que no obstante exhibe una sorprendente unidad a diferencia del paralelo ejemplo en el castillo de Vélez-Blanco.
En cuanto a su valor histórico destaca como capítulo fundamental en la historia de la comarca del Zenete en el siglo XVI, mayorazgo fundado por el cardenal Mendoza a favor de su hijo don Rodrigo Díaz de Vivar. Representa un caso anacrónico en una época en la que la monarquía ordenaba derribar las fortalezas para consolidar su presencia ante el pueblo, y con el fin de evitar que se perpetuaran las relaciones de la vieja nobleza feudal, siendo esta una esta excepción realizada a la poderosa casa militar de los Mendoza.
El castillo de La Calahorra se ubica en la parte más elevada de un cerro amesetado, lugar privilegiado para controlar las tierras del Marquesado del Zenete y en un paisaje singular en las estribaciones de Sierra Nevada. Sobre la fortaleza renacentista existía otra de época andalusí. La actual se erige a principios del siglo xvi por el hijo ilegítimo del cardenal Mendoza, que fundó en esta comarca un mayorazgo a favor de su heredero, don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, primer marqués del Cenete y conde del Cid, título último relacionado con su posesión de la fortaleza del mítico Cid Campeador en Jadraque, personaje del que se declararía sucesor y del que adopta sus apellidos. Don Rodrigo Mendoza erige su castillo-palacio en el sur de la meseta, desde donde se obtiene el mejor control visual del territorio circundante.
El proyecto de La Calahorra debió gestarse durante el viaje que don Rodrigo Díaz de Vivar realiza a Italia entre 1506 y 1508, durante el cual debió encargar y obtener los primeros planos y diseños para la decoración de su castillo. De la biblioteca del primer marqués del Zenete, heredada en buena parte de su padre el cardenal Mendoza, se desprende la sobresaliente formación humanista de la familia, hecho que también quedaría reflejado en el programa decorativo del interior del castillo.
El castillo fue habitado por Rodrigo de Mendoza y María de Fonseca tan sólo durante ocho años tras concluirse las obras, y sería tomado en heredad por sus hijas. Recobrará un importante protagonismo durante la Rebelión de las Alpujarras o Guerra de los Moriscos (1568-1571), especialmente violenta en el marquesado del Cenete, sirviendo de refugio de los proclamados cristianos viejos y acuartelamiento del marqués de Mondéjar. Posteriormente fue abandonado durante siglos, hasta que a principios del siglo xx estuvo a punto de ser vendido y trasladado a Estados Unidos antes de pasar a su actual propietario.
La fortaleza es de planta cuadrangular, con unas dimensiones aproximadas de 46,5 x 32 m, estando orientados los lados mayores en sentido N-S. En la fachada oeste se adosa otro cuerpo rectangular de 26×15 m dotado de un cubete artillero y en cuyo interior se dispone la escalera. El castillo está compuesto por muros de mampostería y sillarejo, localizándose en cada uno de sus ángulos una torre cilíndrica cubierta mediante cúpula, de 10 m de diámetro las del muro sur, y 13 las del norte. Un adarve recorre la parte superior de las murallas, estando semicubierto para proteger a la guardia del clima.
El castillo cuenta con una única puerta de acceso al interior situada en el ángulo noreste y que mantiene los materiales originales: la madera de los portones y postigo blindada con lamas de hierro superpuestas y remachadas, así como su alamud, cerrojos y armellas. Es de arco de medio punto adovelado, y se remata con el escudo de los Fonseca, familia a la que pertenecía la segunda esposa de don Rodrigo, y unas flores de lis que hacen referencia al duque de Medinaceli. Sobre la portada se encuentra la siguiente inscripción en latín: «Dicha fortaleza se labró para guarda de los caballeros a quien los reyes quisieron agraviar»
El eje vertebrador de las dependencias interiores es un patio cuadrado de 20×20 m, rodeado de 2 plantas de galerías superpuestas de 5 arcos sobre columnas de orden corintio. Las galerías se cubren mediante bóvedas de arista que descansan hacia el muro interior en ménsulas de piedra negra, utilizando tirantes de hierro fundido para contrarrestar el empuje, elemento empleado por 1ª vez en la arquitectura española.
El cuerpo inferior de la galería presenta arcos de medio punto sobre columnas con elevados capiteles corintios apoyados sobre collarinos en los que se alterna decoración de grutesco o geométrica. Los arcos adornan su intradós con flores y guirnaldas de alternante diseño, anillos y roscas son destacados mediante molduras, y en las enjutas se representan relieves con los escudos heráldicos de los Mendoza y Fonseca. La galería inferior está realizada con piedra caliza de la zona.
En la galería superior, apoyada sobre arcos de medio punto rebajados, las columnas descansan sobre pedestales unidos por una balaustrada de mármol de Carrara. En esta galería la decoración se centra en las armas de los Fonseca, los escudos del marqués y de la familia Mendoza, decorándose el intradós de los arcos con casetones de piedra negra italiana. Finalmente, en el entablamento, inscripciones latinas con textos de los salmos bíblicos, que junto a las referencias mitológicas grecorromanas presentes en la decoración del patio y estancias interiores, ofrecen una lectura humanista del edificio.
Las portadas de las dependencias interiores se relacionan directamente con el carácter de la estancia. Entre las más relevantes están las de la Sala de la Justicia, el Salón de Occidente y el Salón de los Marqueses. La de acceso al Oratorio se encuentra en la actualidad en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Entre los motivos ornamentales aparecen animales, seres fantásticos, motivos vegetales, frutales y florales.
La portada de la Sala de la Justicia sobresale por la presencia de columnas decoradas mediante fajas temáticas, guirnaldas en el primer tramo y cabezas de angelotes en el segundo. Las jambas ofrecen una profusa decoración soportando un entablamento con frontón curvo de casetones con motivos florales y frutales. El dintel cuenta con seres marinos enlazados entre sí y recipientes con frutos. Este programa decorativo se completa con copas entre pájaros en el dintel y grutescos en las jambas.
La portada del Salón de los Marqueses se resuelve a modo de arco de triunfo romano, sobresaliendo su programa iconográfico basado en la mitología clásica y con una fuerte influencia de los dibujos del Codex Escurialensis. En las pilastras laterales están tallados 4 nichos con relieves de Hércules Farnesio, dios Apolo y las diosas de la Fortuna y la Abundancia. En los pedestales, sendas representaciones sobre los trabajos de Hércules: la batalla contra la hidra de Lerna y la captura del toro de Creta. En el friso superior se sitúan relieves de las diosas marinas y tritones, y en las jambas dos bustos de emperadores romanos.
El conocido como Salón de Occidente posee una ornamentación basada en el claroscuro y en el horror vacui, con numerosos animales ágilmente articulados que apoyan en grutescos. Aparece un amplio espectro de animales y seres híbridos como águilas, delfines, sátiros y sirenas.
La amplia escalera monumental, de claras reminiscencias genovesas en cuanto a concepción y perspectiva, se localiza en el centro compositivo del ala oeste del patio. Compuesta de 3 grandes tramos, su construcción obligó a ampliar el perímetro de la fortaleza, anulando buena parte de sus capacidades defensivas pero demostrando que el carácter netamente militar del castillo había pasado a un 2º plano.
Estamos delante de la Casa de los Borja, en La Calahorra (Granada). Se trata de una casa señorial construida en 1758, tal y como consta en el escudo que luce en su fachada. De porte elegante y aristocrático, se halla en un muy mal estado de conservación, lo que le da un aura de misterio difícil de explicar. Dividida en 3 pisos en altura, la remata una torre octogonal calada con arcos de medio punto. Su fachada viene presidida por 2 balcones entre los cuales se encuentra el escudo heráldico de los Borja. En una de las esquinas se abre en la 2ª planta una galería porticada con arcos adintelados que descansan sobre zapatas de madera.
Nos encontramos en las minas de Alquife (Granada). También denominadas como minas del Marquesado, son una explotación minera española que se encuentra situada en los términos municipales granadinos de Alquife, Aldeire, Jérez del Marquesado y Lanteira. En sus yacimientos existen importantes reservas de mineral, principalmente de hierro. En la actualidad Alquife constituye la mayor mina a cielo abierto de hierro de Europa. Situada cerca de los mercados finales europeos por su proximidad a las acerías europeas, la mina de Alquife está perfectamente situada para la siderurgia europea.
Esta zona, explotada con fines mineros desde hace siglos, las labores de extracción vivieron su auge a partir del siglo xix. Primero bajo iniciativa de varias empresas de capital británico, y luego bajo la égida de la Compañía Andaluza de Minas, los yacimientos de Alquife se convirtieron en un importante complejo que contaba con plantas industriales, oficinas, un poblado minero, ramales ferroviarios, etc. A través del ferrocarril se daba salida al hierro extraído hasta el puerto de Almería, desde donde salía por vía marítima cargado en buques mercantes. Las minas estuvieron activas hasta su cierre en 1996, ya que su explotación había dejado de ser rentable. No obstante, desde el año 2020 vuelven a estar activas nuevamente.
El coto minero de Alquife atesora un amplio patrimonio de carácter histórico e industrial como resultado de las actividades que se han desarrollado durante la Edad Contemporánea. Debido a ello, en 2010 la zona fue declarada como Bien de Interés Cultural con la categoría de lugar de interés industrial.
En 1984 todas las explotaciones mineras fueron adquiridas por la Compañía Andaluza de Minas y se formó el actual coto minero. Hasta 1996 (fecha en la que se produjo el cierre de la mina), y durante los últimos 30 años en activo, fue el principal centro productor de mineral de hierro de Europa con una producción de más de 80 millones de toneladas de mineral de hierro, suministrando incluso a los Altos Hornos de Vizcaya y exportándose a diversos países como Gran Bretaña, Francia, Holanda, Bélgica, Italia, Alemania y Rumanía.
En 2010 fue declarado Bien de Interés Cultural por sus relevantes valores históricos, geológicos, paisajísticos, técnico-industriales y etnológicos, que han derivado en una forma de vida y de trabajo determinadas, configuradores de una identidad colectiva en el territorio como parte fundamental de la historia y del legado minero-industrial granadino. En 2020, después de décadas inactiva, se procede a la reapertura de la explotación minera, exportando el mineral por el puerto de Málaga.