JOSÉ ÁNGEL MARINA GIL
Vamos a visitar una de las fortalezas más interesantes de Andalucía: el castillo de Solera, en la provincia de Jaén. Situado en la falda del cerro Morrón, en un espolón rocoso de 1090 m de altitud, es el más elevado de la provincia de Jaén y por su importancia histórica fue declarado Monumento en 1985 y BIC en 1993.
El castillo de Solera solo es accesible por el sur. Por el norte y este la pared rocosa es muy escarpada con una caída de casi 300 m. Dada su posición, situado en un auténtico nido de águila de muy difícil acceso, el castillo posee un extraordinario control visual del valle y de la margen derecha del río Jandulilla.

Se pueden distinguir en el conjunto defensivo al menos 2 fases constructivas. En la cima, y conformando una pequeña meseta rocosa, hay unos muros de mampostería de tamaño irregular y disposición desconcertada que delimitan un pequeño recinto, al que está asociado un aljibe de pequeñas dimensiones que conserva aún restos de la bóveda apuntada de cubrición y del enlucido interior de almagra, y que cerraba la parte más elevada del promontorio. Fue reutilizado con otros fines en fecha posterior, puesto que se le han practicado unos escalones de entrada y una ventana en la parte opuesta. Cronológicamente se puede adscribir a las últimas décadas del siglo XIII, una vez que el tramo superior del valle del Jandulilla se integró en el Reino Nazarí de Granada.
Más abajo, en una segunda zona llana hay restos de otras construcciones de más envergadura. Se trata ahora de un auténtico castillo flanqueado por torres de mampostería de sillares en los ángulos y muros que cierran el recinto. La comunicación entre ambos ámbitos se efectúa a través de un pasadizo, cubierto de bóveda de medio cañón, también de mampostería y que conserva restos de enlucido en sus muros. Toda la construcción está montada directamente sobre la roca, que le sirve de cimentación y a la que se va adaptando la construcción.

Los paramentos originales, que presentan un fuerte deterioro, se encuentran a menudo enmascarados por remodelaciones recientes, donde se ha recurrido al yeso y a otros materiales poco resistentes. La escasa cerámica que encontramos pertenece toda ella a finales de la Edad Media, indudablemente cristiana.
El valle del río Jandulilla cobró, a partir del siglo XIII, una gran importancia estratégica al convertirse en una de las principales vías de acceso entre el Reino Nazarí de Granada y las campiñas de Úbeda y Baeza, en poder castellano. El control visual del paso quedaba garantizado por el Castillo de Solera, en la margen derecha del río, y por el Castillo de Bélmez y su sistema de atalayas en la margen opuesta. La situación del castillo árabe de Solera sobre una aguja rocosa, testimonia las dificultades que debieron tener los cristianos hasta que consiguieron conquistarlo en 1433, año en el que comienza su construcción.

Estamos frente a una de las fortalezas más importantes de Andalucía: el castillo de Huelma, en la provincia de Jaén. Construido probablemente por el señor de la villa, el duque de Alburquerque a principios del siglo XVI, por su importancia histórica excepcional fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1985 y BIC.
El acusado carácter militar y la ausencia de elementos palatinos o siquiera residenciales en el mismo, inducen a pensar en una construcción anterior al siglo XVI, quizá en el marco de las luchas finales del reinado de Enrique IV o antes de la conquista del reino nazarí. Esta es una de las escasas fortalezas que se construyeron en esta época en las tierras del Alto Guadalquivir, posiblemente porque eran ya notablemente abundantes entre los siglos XIII y XV, durante los cuales estas tierras habían sido frontera.

El castillo de Huelma, erigido sobre un montículo de fuertes pendientes a 1056 m de altitud, se construyó sobre el antiguo castillo musulmán que fue destruido para este fin. Se conservan de hecho algunos lienzos de murallas y 2 torreones de las mismas, situadas a media ladera, construidas en mampostería concertada en hiladas. También se conserva otro pequeño trozo de muro construido aprovechando una roca y otros restos de muros destruidos por la construcción de la carretera que une a Huelma con Montejícar.

El castillo de Huelma, de planta cuadrangular (13,95 x 11,40 m), está dotado de 4 torres cilíndricas, una en cada esquina, unidas entre sí por paños de muros y una puerta abierta en un arco de medio punto a nivel del suelo. Se incorporaron las técnicas más avanzadas de la artillería de la época, como la cuádruple hilera de troneras y troneras bífidas para el fuego cruzado. Los 2 grandes torreones del lado sur están dotados de buzones para la artillería distribuidos en al menos 2 alturas. En el ángulo oeste se apoya directamente en un gran peñasco, cortado a pico, que supone en sí mismo una poderosa defensa.
El castillo de Huelma contaba con un doble recinto amurallado de una extensión considerable, que abrazaba gran parte del cerro. Entre los torreones median lienzos de muros de mampostería, muy desmochados, que alcanzan una altura media de 6 m, probablemente construidos en el siglo XIII.

Durante la dominación islámica, y sobre todo entre la segunda mitad del siglo XIII y mediados del XV, Huelma fue plaza fronteriza y avanzadilla para el reino Nazarí de Granada en tierras de Jaén. Durante estos 2 siglos participó activamente en la guerra de frontera. Pasó con frecuencia de manos nazaríes a castellanas y viceversa hasta que en 1438 la rindiera don Íñigo López de Mendoza, capitán de la frontera y primer marqués de Santillana. A este se le nombró alcaide perpetuo. No obstante, en 1465 el marqués de Santillana cedió sus privilegios sobre Huelma a su yerno, don Beltrán de la Cueva, favorito de Enrique IV, y este, a su vez, a su padre, don Diego. El castillo que preside la población se construyó en este momento.

Durante la invasión francesa el castillo fue ocupado por el general Sebastiani, que le prendió fuego antes de abandonarlo. Posteriormente, el Duque de Sexto, titular del Ducado de Alburquerque y del Condado de Huelma, financió en parte la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII, lo que le obligó a vender algunas de sus fincas, incluida aquella donde se ubicaba el castillo de Huelma, que fue adquirida por un labrador acomodado de la localidad, a cuya muerte el castillo quedó repartido entre 2 herederos (la mitad a cada uno). En 1954 y 1957, don Bernardo Moreno Quesada adquirió la propiedad de ambas partes, convirtiéndose así en propietario único del castillo, donándolo al pueblo de Huelma en 1989.

Nos encontramos frente a la iglesia de la Inmaculada Concepción de Huelma, en la provincia de Jaén. Considerada uno de los ejemplos más notables de arquitectura religiosa del siglo XVI de toda la provincia, una de las cumbres del Renacimiento jiennense, fue declarada Monumento, BIC en 1981.
En su construcción participaron casi todos los más grandes artistas de la época que trabajan por la zona: Diego de Siloé, Francisco del Castillo el Viejo, Andrés de Vandelvira y Francisco del Castillo el Joven.

El templo fue levantado sobre otro anterior. Las obras de construcción empezaron en 1559. Los trabajos dieron comienzo por la cabecera del templo y aún tuvo criterios goticistas. El resto de la fábrica incorporó ya el nuevo lenguaje clásico del renacimiento, tanto en la concepción de sus naves como en la fachada principal, de corte palaciego y de inspiración serliana, obra de Francisco del Castillo el Joven.
En el exterior destaca la fachada sur, organizada en 2 pisos separados por una gran cornisa. El piso superior está retranqueado, con contrafuertes y ventanas. De esta fachada merecen especial mención las pilastras corintias y la portada que la centra, con un esquema serliano de vanos adintelados y frontones triangulares sostenido por 2 ménsulas y hornacinas a ambos lados rematadas con guirnaldas y mascarones. Sobre este frontón aparece el escudo del obispo Tavera. Esta fachada tiene un carácter marcadamente civil, muy alejado de los modelos religiosos del Renacimiento.

La fachada norte sigue el mismo esquema y la torre de 4 cuerpos se encuentra adosada a la fachada oeste. Esta torre se concluyó en el año 1616; sus dimensiones no guardan proporción con el templo, y en el tercer cuerpo presenta la heráldica del obispo Sancho Dávila, de los Cueva y de la ciudad de Huelma.
El interior del templo resulta mucho más rico y es sin duda uno de los más bellos y suntuosos de la diócesis de Jaén. Está dividido en 3 naves con 6 pilares cruciformes exentos, que recuerdan los de Catedral de Jaén, aunque tienen los fustes lisos. Los capiteles son corintios, y sobre ellos corre una atrevida cornisa de la que parten los arcos de medio punto que sostienen bóvedas baídas, muy labradas, tan típicas de Vandelvira.

Las bóvedas de la nave central están formadas por casquetes esféricos o medias naranjas, en cuyas pechinas figuran los cuatro evangelistas u otros adornos.
Francisco del Castillo el Joven terminó las cubiertas diseñadas por Andrés de Vandelvira, la del 2º tramo admirable en cuanto a la variedad y complejidad de su iconografía y ornamentación, propia del conocimiento y habilidad del maestro como escultor.

Nos encontramos frente a los restos de un castillo muy interesante por su situación estratégica de frontera entre el reino nazarí de Granada y Castilla a finales de la Edad Media: el castillo de Cambil, en la provincia de Jaén. Enclavado en un promontorio rocoso, frente al castillo de Alhabar, fue declarado Monumento Histórico en 1993 y BIC.
El castillo de Cambil ocupa toda la meseta aproximadamente rectangular del peñasco del mismo nombre. Situado al oeste de Cambil, su lado este lo conforma una pared casi vertical que cae en picado sobre el río Cambil. También sus lados norte y sur tienen esta forma escarpada, siendo cortados casi verticales. Tan sólo el lado oeste tiene un desnivel escaso, por lo que el acceso al castillo se debía hacer por esta zona.

El castillo de Cambil se estructura en 2 niveles: uno central a modo de alcazarejo, y otro periférico. El recinto exterior del castillo sólo tuvo fortificaciones en la cara oeste del peñasco, aunque están totalmente destruidas, debido al empleo masivo de artillería que se hizo en su reconquista por los castellanos en 1485.
Estamos frente a los restos de otro castillo importante por su situación estratégica fronteriza entre Castilla y el reino nazarí de Granada a finales de la Edad Media: el castillo de Alhabar, en la localidad giennense de Cambil. Enclavado en un farallón rocoso frente al castillo de Cambil, fue declarado Monumento Histórico en 1993 y BIC.

El castillo de Alhabar ocupa toda la meseta superior del farallón, que presenta una fuerte pendiente, y murallones naturales que cierran los lados mayores del rectángulo (sur y norte, respectivamente). Debido a esto, los restos de estructuras, muy deterioradas, se limitan a las fachadas este y oeste. La planta de la edificación es rectangular, marcada por la forma de la roca sobre la que se asienta, en el espacio interior cabe destacar la existencia de dos niveles: uno central que hace las veces de alcazarejo y otro periférico. La obra visible en el interior del castillo es tosca, de mampostería menuda y abundante mortero de yeso.
Los castillos de Alhabar y de Cambil aparecen citados por 1ª vez en el siglo XII por un problema de aguas. Este hecho indica que en ese momento existían 2 pequeñas aldeas separadas por el río Cambil. Cada una estaba protegida por un pequeño castillo. Ambos castillos fueron erigidos por los nazaríes en 1246 tras el Pacto de Jaén y el establecimiento de la frontera del reino nazarí. Fueron conquistados en 1315 por el infante don Pedro, siendo recuperados por los nazaríes en 1365. En 1485 los RRCC, empeñados ya en la definitiva conquista de Granada, tomaron Cambil y Alhabar, y con ellas sus castillos.
